sábado, 15 de febrero de 2020

14/02/2020

De vuelta a la lectura feliz, compulsiva y frenética. Tras la preocupante sequía lectora de la que ya he hablado en este verídico diario, estos últimos días he leído Sepulcros de vaqueros, de Roberto Bolaño, Necesidad de la ironía, de Valeriano Bozal, Soñando monstruos: terror y delirio en la modernidad, de Vicente Serrano Marín y Desconocida raíz común, de Felipe Martínez Marzoa. Y ahora estoy con Mac y su contratiempo y con Esa bruma insensata, ambos de Enrique Vila-Matas, y con Interpretación y sobreinterpretación, de Umberto Eco.

Hacía mucho, mucho tiempo que no tenía tantas, tantísimas ganas de leer. Lo echaba de menos. Querer leer y nada más, leer sin parar. Todo el rato. 

Leer para pensar y también, cómo no, leer para sentir, digan lo que digan los iracundos y severos filósofos materialistas. ¡Qué estrecha y gris la experiencia lectora de quien solo capta las ideas objetivadas en un texto! Bajo las formas razonables siempre hay un murmullo incesante, indomesticable, abismos en los que es dulce sumergirse, la bruma insensata que difumina el contornos de las cosas, esa espacialidad indómita, inubicable, refractaria a la cartografía sensata, un lugar sin coordenadas, un lugar que no es un lugar, el lugar del arte, de la literatura...

(Tal vez me he venido un poco arriba con el último párrafo. La culpa, por supuesto, es de Derrida. He estado leyendo al perverso posmoderno por antonomasia y tal vez se me haya pegado algo de su estilo enrevesado y paradójico. La expresión espacialidad indómita, estoy casi seguro, es, en la medida en la que pueda atribuírsele, suya. Y supongo que se refiere al espacio del arte, digamos, por concretar un poco, al espacio literario. Una novela no sucede en ningún lado. Por supuesto, mensaje para materialistas cerrirles, esto no significa que los signos sean inmateriales, que no haya signos efectivamente inscritos, impresos en papel o codificados en bits. Claro que los hay, es precisamente la iterabilidad de los signos, su repetibilidad en distintos soportes materiales, el fundamento de su idealidad. Y perdón si he me puesto demasiado críptico y pedante.)

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