viernes, 13 de diciembre de 2019

13/12/2019

Pero ni siquiera hay ya ruinas o torsos de Mileto partidos que al menos den testimonio de ese pasado irremediablemente perdido. No hay huellas, no hay cenizas, tan solo un vacío que se extiende, un desierto helado que estas palabras quisieran poblar, iluminar como si fueran luciérnagas, fogatas desesperadas contra el frío de la madrugada, cabañas mágicas en las que guarecernos de la realidad y cantar, antes de callar para siempre, nuestro canto idiota por última vez, una vez más...

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