viernes, 30 de noviembre de 2018

Todo el mundo fantasea con una muerte dramática

Hace un rato, al salir del trabajo, casi me atropella un coche en un paso de peatones. El conductor se disculpó, dijo que no me había visto, y yo le creí y acepté sus disculpas diciendo que suponía que no tenía intención de atropellarme, pero que menudo susto me había llevado. 

Después de que se me pasara el susto, recordé la certera sentencia de algún filósofo medieval de cuyo nombre no logro acordarme, a saber, que nuestra vida no nos pertenece, solo nos es dada en usufructo, y también, cómo no, me acordé del estar a la muerte heideggeriano. 

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