viernes, 6 de junio de 2014

Ruiseñores, melancolía

Decía Cioran que en un mundo sin melancolía los ruiseñores se pondrían a eructar.

Oda a un ruiseñor, John Keats

Quieto, ocioso, abotargado... La experiencia central del melancólico es una ralentización de su tiempo interno frente al cual la marcha de la vida exterior resulta absurdamente acelerada y como arrastrada por una farsa irrisoria y enmascarada.
María Bolaños, Pasajes de la melancolía: arte y bilis negra a comienzos del siglo XX 

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