sábado, 19 de noviembre de 2011

Parece, pero no: es

Espacio: en el metro de Barcelona. Tiempo: hoy.

-Mira, ese se parece muchísimo al cantante de Astrud.
-Joder, es verdad, sí que se parece.
-Mira, y lleva las mismas botas que el cantante de Astrud en el concierto.
-Joder, no es que se que se parezca, es que es.

Moraleja filosófica: la apariencias engañan de un modo retorcidamente paradójico: engañan por ser realmente lo que aparentan, o mejor dicho (quizá), por ser realmente lo que son, o mejor aún, su ser no reside en ningún trasfondo misteriosamente extraño e inaccesible sino en sí mismas, o mucho mejor aún, actúa como un estúpido y habla como un estúpido, pero no se dejen engañar por las apariencias, él es realmente un estúpido, chiste de Groucho Marx que nos sirve para explicar brevemente todo un lío filosófico que, francamente, no me encuentro con fuerzas de abordar con el mínimo de rigor exigible en estos casos, chiste que en el caso del cantante de Astrud precisaría cambiar el adjetivo en el sentido inverso, él escribe como si fuera inteligente y canta como si fuera inteligente, pero no se dejen engañar por las apariencias, él es realmente inteligente. Nada depende de ninguna decisión.



PD: Estábamos como a medio metro de Manolo pero, en parte debido a que somos gente educada (bien, se sobreentiende) y en parte a nuestra naturaleza singular no excesivamente proclive a abordar a tipos que nosotros conocemos pero ellos a nosotros no nos conocen de nada (lo que equivale a la primera parte, en realidad) no le dijimos nada (para no interrumpirle la lectura, lo que de nuevo es atribuible a nuestra educación) y luego nos fuimos a tomar cervezas.

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