sábado, 15 de mayo de 2010

La comunidad danzante

Aquí creemos que el cuerpo y el alma son lo mismo. Somos guerreros sin enemigo. Danzamos en la noche, eso es lo que hacemos. Creemos en la virtud de la alegría, nos regocijamos silenciosamente espoleados por el astro rey, aunque a veces nos asalta una tristeza oscura y viscosa. Ataques de pánico inmotivados nos inmovilizan, nos reducen a cenizas. Somos expertos en nerviosismo. Somos expertos en éxtasis inexpresables. Somos bipolares. Somos intrincados. Aquí anhelamos mucho, sentimos mucha nostalgia, quisiéramos escapar, disolver la coraza del miedo, del yo, y danzar. El sujeto de enunciación colectivo pretende convocar una comunidad ausente, es grito y puñetazo, clamor solitario en las simas del tedio, festín en el vacío, llanto y salto, ardid pugnaz condenado al fracaso, canto de Sísifo. Aquí creemos en los hombres que niegan los dioses y levantas las piedras permaneciendo así fieles a la tierra, pero no podemos ocultar el hecho de nuestra paralizadora tendencia al desencanto y a dejarnos agasajar por una vaporosa melancolía que tiñe con un matiz de escarcha nuestras sonrisas colgadas del vacío. Aquí miramos estrellas, todavía. Sísifo feliz nos parece un hermoso disparate. Nos reconforta pensar que Sófocles fue el hombre más feliz de Grecia. Aquí proclamamos: somos cuerpo. Y queremos dibujar gráciles filigranas en el aire, fuera de la jaula del miedo.

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