Estaba pensando en cómo traducir la intensidad de Radiohead en palabras escritas, en si era posible. Quizá no lo sea. Estaba pensando música triste=llanto, música alegre=risa. Estaba pensando en que hay una conexión profunda entre la música y el cuerpo, en que se escucha música y se lee con todo el cuerpo, incluso con los dientes y con las uñas, con los dientes apretados y los arañazos feroces de la ternura más salvaje y desbocada.
Los gestos que revelan la emoción más intensa de un cuerpo y la música, frases capaces de agarrarte del pelo y levantarte del suelo, música capaz de sumergirte. Flujos de intensidad que atraviesan los cuerpos. Velocidades infinitas, y también una calma sobrehumana, una serenidad más allá de todo cuyos signos se revelan como latigazos a cámara lenta en el agua salada que inunda tu castillo de arena.
Saltos ralentizados, una voz herida que surca los mares y los univeros dejando un reguero de estrellas.
Y no entender nada mientras el tiempo sigue avanzando impertérrito, dejándote a un lado, las uñas feroces rasgándote la piel quien sabe por qué.
Un mundo en pleno delirio explotándote en las manos y en los ojos, luchando por salir de sí mismo, desgarrado e implorando.
Los gestos que revelan la emoción más intensa de un cuerpo y la música, frases capaces de agarrarte del pelo y levantarte del suelo, música capaz de sumergirte. Flujos de intensidad que atraviesan los cuerpos. Velocidades infinitas, y también una calma sobrehumana, una serenidad más allá de todo cuyos signos se revelan como latigazos a cámara lenta en el agua salada que inunda tu castillo de arena.
Saltos ralentizados, una voz herida que surca los mares y los univeros dejando un reguero de estrellas.
Y no entender nada mientras el tiempo sigue avanzando impertérrito, dejándote a un lado, las uñas feroces rasgándote la piel quien sabe por qué.
Un mundo en pleno delirio explotándote en las manos y en los ojos, luchando por salir de sí mismo, desgarrado e implorando.
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