Las lejanas tierras de Wind se transformaban en nuestra imaginación a cada paso que dábamos. Sedientos, cansados, los inmensos espacios en los que la luz se desplegaba con un temblor tímido y acogían al caminante duraban unos instantes y se desvanecían. Callejones oscuros, sucios, surcados por el griterío soez de los traficantes. El temor a ser asesinados y abandonados como perros. Nuestro deseo de huida hacia adelante, hacia las borrosas tierras de Wind, que nunca coincidían con las visiones serenas en la que descansar al fin, sintiendo la brisa otoñal en la piel, ni con las visiones del laberinto asfixiante de calles sucias y ruidos incesantes. Wind se mantenía impetérrita en su mudez, casi al alcance de la mano, hurtando su verdadero rostro a nuestros continuos esfuerzos por descifrarle, sembrando el camino de innumerables máscaras, a veces prolongando una visión con el propósito de engañarnos. Una risa, acompañada de una mirada cruel, deshacía el encanto. El miedo, al caer la noche. Alrededor del fuego, en silencio, temblábamos y respirábamos profundamente. No era preciso decir nada. A Wind le gustaba ocultarse.
sábado, 3 de octubre de 2009
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Why Movies Just Don't Feel "Real" Anymore
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¡Esto sí que es empoderamiento! Degustemos las palabras de la gran Danerys en Valyrio, su lengua materna: Dovaogēdys! Naejot memēbāt...
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Ni «espíritu de sacrificio», ni «afán de superación», ni «aspiración a la excelencia». Ni ningún respeto o simpatía por tales cosas.
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