sábado, 25 de enero de 2020

25/01/2020

Ahora eres mucho más sociable que antes. Hablas más, mucho más, con mucha más gente, todos los días, que antes. Ahora tienes trabajo, ganas dinero, eres un adulto funcional. Ya no puedes escribir tus tonterías desesperadas de antes: destinos rotos, noches azules. Ya no te supone un problema llamar por teléfono a desconocidos, por ejemplo. Te has acostumbrado. Pero sientes que has perdido algo. Algo importante. Como si al abandonar tu estupidez, desesperacion y desequilibrios emocionales (pos)adolescentes que tanto odiabas también hubieses abandonado una parte importante de lo que eras, algo indefinible que ya nunca volverás a sentir, una cierta intensidad que se diluye lentamente, con el paso del tiempo. Te gustaría saber expresarte mejor, decir mejor, de manera más precisa, lo que sea que quieres decir, pero esto es lo que hay: realmente no sabes qué quieres decir, ni para qué, ni por qué, ni a quién...

2 comentarios:

  1. Me temo que con el paso del tiempo la intensidad se convierte en sabiduría y ésta te lleva a decir las cosas que tú dices. A otros la intensidad perdida les empuja a tener convicciones y, por si esto fuera poco, a defenderlas con solemnidad. La intensidad en la vejez es Deleuze arrojándose por la ventana. Está bien dominarla con esa funcionalidad que dices, necesaria para seguir en esa calma antigua (que era en la mar algo provisional e incierto), que sabes que sí pero no.

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  2. "La intensidad en la vejez es Deleuze arrojándose por la ventana", me apunto esa frase jeje

    gracias por comentar

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