A Terrence Malick
Mira, tan solo mira.
El amor sobrenatural
desciende una vez más.
Se posa sobre los tejados.
Sonríe a través de las cosas.
El camino de la gracia es el nuestro,
el de todos. Lo más humilde
y lo más insignificante, todo brilla.
Somos lo que miramos. Sus pies
desnudos sobre el césped mojado.
Su sonrisa triste, tan hermosa
que duele. El hombre no estaba
aún sobre la tierra pero la claridad
del alba reptaba ya sobre la tierra.
Una promesa temblorosa, misterio
indescifrable. El mero hecho de ser.
Y llegó el hombre, y con él la muerte.
El desgarro, el dolor. Para qué
nos creaste, pregunta una voz.
Para qué tanto dolor, grita.
Cae la noche y nada tiene sentido.
Sus ojos tristes, el amor sonríe
a través de sus ojos tristes.
La procesión de las almas desgarradas
atraviesa desiertos oscuros. Sus lágrimas
brillan en la oscuridad como antorchas,
sus pies dibujan melodías de arena y silencio.
Mira hacia arriba, tan solo mira:
tú eres eso, la distancia, los océanos
de tiempo que la luz atraviesa
para llegar hasta aquí, hasta este
insignificante rincón del universo.
Y ahora cierra los ojos y respira
el viento que aletea sobre el caos.
Del caos surgió la brillante estrella
de la mañana, la más danzarina y alegre.
Y al final del todo, todo será por fin
silencio y paz, serenidad sin fin...
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