Esto de esperar a quien no viene
—y he de decir que no es mesianismo sino egoísmo,
porque no espero la salvación del mundo, sola la mía—
a quien solo es espectro o flor,
sombra luminosa que vive en mi cabeza,
está haciendo que me ardan los huesos
y quiera rasgar con las uñas el cielo gris de ahí fuera.
Tengo que salir de mí mismo,
el éxtasis nunca fue algo tan urgente
y necesario.
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