Parece que lo rural empieza a ser algo recurrente entre autores jóvenes, leo por ahí. Qué horror, me digo. Lo rural mata el espíritu. ¿No leen a Bernhard? Si uno, por desgracia, se ve en la tesitura de morar en un ambiente rural, debe hacerlo como un condenado que anhela con todas sus fuerzas residir en una gran ciudad y confía en que su calvario pasará pronto. Los urbanitas ven un campo idealizado. Pero lo rural es el horror. Al pueblo de sus progenitores, por ejemplo, uno debe ir a comer y nada más. Debe huir tan pronto haya terminado el café. Ah, pueblos medio despoblados de Castilla y de León, dejados de la mano de dios, qué atroces sois todos, qué implacable desolación metafísica infundís en el ánimo.
PD: No obstante, los campos de Castilla, como bien decía Ortega, son el paisaje más bello del mundo.
PD2: La primera posdata tal vez se contradiga con el furibundo mensaje antirural precedente. ¿Me contradigo? Muy bien, me contradigo (citando a Vila-Matas citando a Joyce).
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