¿No se ve el viejo sueño soviético de socializar —y no repartir— el trabajo doméstico, de liberarnos de esa pesada y repetitiva carga, parcialmente cumplido, aunque no sea a través del Estado, en la cultura capitalista contemporánea de la comida preparada? ¿No es maravilloso que el gazpacho de compra sea infinitamente mejor que cualquier gazpacho casero?
No hay comentarios:
Publicar un comentario