La doctrina fundamental de la política posmoderna es que no hay ningún acontecimiento, que «nada ocurre realmente», que el acontecimiento-verdad es un cortocircuito pasajero, ilusorio, una identificación falsa que será dispersada un poco antes o un poco después por la reafirmación de la diferencia o, en el mejor de los casos, con la promesa efímera de la «redención por venir», respecto de la cual debemos mantener una distancia adecuada, para evitar consecuencias totalitarias catastróficas; contra este escepticismo estructural está perfectamente justificado que Badiou insista en que los milagros ocurrenSlavoj Zizek, El espinoso sujeto: el centro ausente de la ontología política
Y sobre la destrucción del trabajo digno, llevada a cabo por la radical ofensiva neoliberal.
AQUÍ una breve reseña de la imprescindible crítica al posmodernismo liberal de Luis Enrique Alonso.
Y, ya puestos, sobre los discursos del presente.
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