Rogando
de antemano a quien me leyere que disculpe mi osadía, me atrevería
a decir que sí, Proust tiene indudablemente razón al señalar que
pensar y sentir son cosas ambas muy tristes, pero que al bueno de
Proust se le olvidó añadir que también son muy
hermosas1.
1Discúlpeseme
también, si fuese preciso, la cursilería.
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