sábado, 30 de octubre de 2010

Negative Creep



Hacía mil años que no la escuchaba. Sigue siendo genial.

Desaparecer



Y aquí, con este disco, Los Planetas se convirtieron en leyenda, en mito. La prueba sonora de que la perfección pop existe. Es el mejor disco en español que yo haya escuchado jamás. Y eso que cuando escuché hablar por primera vez de Los Planetas escuhé algunas canciones y no me gustaron nada. En realidad, lo que no fuera Nirvana me parecía carente por completo de importancia e interés. Había dos clases de personas en el mundo: Kurt Cobain y el resto. Tendría unos dieciséis o dicisiete años. Camiseta de Nirvana, pelo largo ocultándome la cara. I miss the comfort in being saaaaaaaad. ¿Se ha publicado algo mejor que el In Utero? Es altamente improbable... Vuelvo a mi antiguo fanatismo sólo con recordarlo, ya no sé qué iba a decir... ah, sí, que luego Los Planetas sí que me molaron. Y ahora a escuchar Frances Farmer will have her revenge on Seattle, canción que da pistas sobre lo que pudo haber sido el grunge, pero no fue porque, evidentemente, el grunge muere con Kurt Cobain. El grunge era Kurt Cobain.

jueves, 28 de octubre de 2010

El devenir caballo de una bicicleta

Amélie Nothomb -exploradora, antorcha humana- escribe palabras como si esparciese una llovizna de lumbre rulfiana. No quiero decir que esté emparejada estilísticamente con Rulfo, es sólo que me apetecía escribir llovizna de lumbre. Una prosa nítida abierta a múltiples devenires, punteada por fogonazos poéticos y atravesada por una alegría que aligera, que es la misión de la alegría: aligerar. Fue en la biblioteca pública de León donde descubrí a Nothomb.

Desde el momento en que existe liberación por la velocidad y el viento, existe caballo. No llamo caballo a lo que tiene cuatro patas y produce cagajón, sino a lo que maldice el suelo y me aleja de él, a lo que me levanta y me obliga a no caer, a lo que me pisotearía hasta la muerte si cediera a la tentación del fango, a lo que me hace bailar el corazón y relinchar el estómago, a lo que m transporta a una velocidad tan frenética que tengo que cerrar los párpados con fuerza, ya que la luz más pura nunca deslumbrará tanto como la bofetada del aire.

Llamo caballo a ese irrepetible lugar en el que es posible perder todo anclaje, todo pensamiento, toda consciencia, toda idea de mañana, para convertirse sólo en un impulso, para ser únicamente algo que se despliega.


Llamo caballo a esta entrada en el infinito y llamo cabalgada desbocada al momento en el que me encuentro con las multitudes de mongoles, de tártaros, de sarracenos, de pieles rojas u otros hermanos de galope nacidos para ser jinetes, es decir: para ser.


Llamo cabalgada al espíritu que se precipita con la fuerza de sus cuatro herraduras, y sé que mi bicicleta tiene cuatro herraduras y que se precipita y que es un caballo.


Llamo jinete a aquel cuyo caballo le ha salvado del hundimiento, a aquel cuyo caballo le ha dado la libertad que le zumba en los oídos.


Ésa es la razón por la cual nunca un caballo ha merecido tanto el nombre de caballo como el mío.



Amélie Nothomb, El sabotaje amoroso

lunes, 25 de octubre de 2010

El cielo acuchillado

El cielo se cubrió de nubes, y las nubes de sangre, rojo palpitante y sereno, chillón e ilusoriamente estático, y eso era la belleza desgarrada, acorazada y desnuda, del atardecer, flotando impertérrita e insinuándose a la vez que manteniéndose secreta, territorio fronterizo, huidizo, clamor mudo de los colores y las formas instantáneas. El cielo acuchillado: la brecha misma de la realidad.

Bibliotecas

Era una biblioteca acogedora en invierno, fresca en verano, forrada de silencio siempre, punteada de toses y susurrada de páginas que hacían un corto vuelo, y en la que yo, quizá sin saberlo, desordenadamente, (...) había puesto los cimientos de mi desvencijada cultura, o de mi vocación literaria, o de mi resignación en los libros, que nunca se sabe cómo llamarlo.

Francisco Umbral, Las ninfas

Lenguaje, aire, lluvia, identidad

El examen del edificante lenguaje ajeno me llevó a la siguiente conclusión: hablar era un acto tan creativo como destructivo. Era mejor andarse con mucho cuidado con aquel invento.

La suavidad del aire nocturno fluía por la ventana y se asomaba directamente sobre mi cama. Me la bebía hasta sentirme ebria. Sólo por aquella prodigalidad de oxígeno habría podido adorar el universo.

Desde lo alto de mi experiencia antediluviana, sabía que llover constituía la cumbre del placer. Algunas personas habían observado que era recomendable aceptarme, dejarse inundar por mí sin oponer resistencia. Pero lo mejor era ser directamente yo misma, ser la lluvia: no había voluptuosidad mayor que derramarse, llovizna o chaparrón, fustigar los rostros y los paisajes, alimentar los manantiales o desbordar los ríos, estropear las bodas o celebrar los entierros, abatirse con profusión, don o maldición del cielo.

A veces pienso que nuestra única especificidad individual radica precisamente en esto: dime lo que te da asco y te diré quién eres. Nuestras personalidades son nulas, nuestras inclinaciones resultan a a cual más banal. Sólo nuestras repulsiones nos definen realmente.

Amélie Nothomb, Metafísica de los tubos

domingo, 24 de octubre de 2010

Ni el frío ni la lluvia ni el viento tienen manos

Me gusta, a veces, que haga frío, pero no demasiado, frío estilo Octubre, inciático, larvado, frío preambular, aunque la palabra "preambular" no exista, un frío agazapado y a punto de cruzar un puente, que se estira y te toca la piel, sin manos.

Me gusta el verso la lluvia no tiene manos, el frío tampoco tiene manos, y el verso escuchad el viento, ese es el paraíso, y el viento tampoco tiene manos, y el paraíso también es que te cojan de la mano, por muy cursi que suene, y las manos y el viento y el frío y los horizontes melancólicos danzan despacio alrededor de mí, singularidades impersonales estilo Deleuze.

El frío anuncia algo. Espero quieto y callado a que suceda. Nueva definición de la melancolía: esperar que el viento, el frío o la lluvia te cojan de la mano. Caminar con las manos dentro de los bolsillos. Tampoco tienen labios, ahora que lo pienso. Tampoco tienen cuerpo. No son cuerpos, nosotros sí. La carencia de manos y de labios les impiden a la lluvia, al viento y al frío volcarse en otros cuerpos, expandir sus cuerpos, pero quizá no lo necesitan porque son pura expansión. Las manos y los labios son las antenas del Ser, pienso, pero creo que algo parecido ya lo dijo Sloterdijk.

Escuchar obsesivamente la misma canción, una y otra vez, durante horas, hasta que se me impregna en la piel, en los huesos, en los ojos. Se me ocurre un disparate: las canciones que escuchamos conforman la singularidad de la mirada, y la mirada es lo más fascinante que existe. Las manos y los labios son las antenas del Ser, reciben la señal, pero la mirada lo expresa. Spinoza sólo creía en la mirada y en la alegría, según Deleuze. Y en el instante en que dos labios se despegan el viento esculpe las miradas y las envuelve en una esfera.

Besad al viento, eso es la manía melancólica.

Las estaciones, de tren o de autobús. Lejos de ser no-lugares, son los lugares por antonomasia. Pero, a veces, son tristes, están llenas de viento y de lluvia y de frío y carecen de manos, no digamos de labios. Trakl sólo estaba feliz cuando estaba triste, por eso me lo imagino en estaciones de autobuses y de trenes y viajando solo. Me gusta escuchar música en los autobuses mirando el paisaje de Castilla, música triste que lo impregna de una intensidad sobrecogedora, de esa felicidad triste cuya esencia es un misterio.

Me gusta, a veces, que haga frío, porque sin el frío la idea de un refugio cálido y acogedor pierde su sentido. También me gusta que las chicas se pongan bufandas. También me gusta la palabra "bufanda".

Fumar con la ventana abierta.
Escribir frente a la ventana abierta bebiendo cerveza sin parar, escuchando la misma canción, sin parar. Iba a alguna parte, pero no llegué. Siempre era de noche y las farolas me parecían lo más hermoso que existía. Su luz me acompañaba. Sí, iba a alguna parte, pero ni idea de dónde quedaba. Buscaba en la cerveza y escribía poemas en los que las palabras espuma y noche azul se repetían todo el rato. Espumosas noches azules, por ejemplo. Y la lejanía, siempre algo lejano que se sustraía a la mirada. Iba hacia allí, pero no llegué. No se puede llegar. Si suena demasiado místico lo siento pero resulta que yo soy místico a más no poder, aunque no creo en nada, como Flaubert.

Nueva definición de misticismo: devenir viento, devenir lluvia, devenir frío, buscar la mano que coja la tuya.

Morder la lluvia, morder el viento, morder el frío, que me mordieses el labio inferior. El fulgor desvaído de unos labios disueltos en la noche, la piel que grita, sonríe, salta, estas son las cosas en las que puedo pensar, no es mucho, pero confío en que sea suficiente para hacerle frente a la nada que amenaza con cogerme de la mano.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Lo de siempre

Aún es de día, pero ya se ve la luna: gorda, fría, indiferente. No se ven lobos retándole. La gente camina por la calle. Algunos me conocen, solo por haber vivido al lado durante años, sin hablar de nada, nunca, y nos saludamos apenas, levantando ligeramente la cabeza, en señal de reconocimiento. Se trata de un sistema semiótico que combina reconocimiento e indiferencia. Está bien que sea así. Hay nubes, grúas, lo de siempre. Por fin me corté el pelo. Ahora mi cara se ve demasiado afilada, quizás. Bueno, no importa, no me gano la vida con mi cara. No me la gano de ninguna forma, de hecho. Jóvenes licenciados de más de veinticinco en paro. Ni eso. Tengo que apuntarme al paro. Hay una música que no se oye, pero de alguna forma palpita en el aire, se extiende copando el espacio, habitándolo. Una textura envolvente y frágil, lo de siempre. Un cenicero lleno, libros tirados en cualquier parte, lo de siempre. La peluquera me peinó con gomina sin preguntarme. Yo nunca uso gomina. Yo nunca me peino. Pero pasé de decir nada. Si engordara no se vería tan afilada. Ayer comí donuts y bollería industrial, a ver. ¿Te marco las patillas? Sí, ¿por qué no? Pensé que si fuera una especie de vidente y supiera que el fin del mundo está muy cerca el ¿por qué no? adquiriria ipso facto una densidad semántica monumental y trágica: qué más da, todo se va a acabar ya, con patillas marcadas o sin marcar, no importa. Y el gesto inútil de cortarse el pelo cuando el mundo está a punto de irse a la mierda adquiriría alguna clase significado difuso, poético, como vestirse de gala para suicidarse -que es algo que se ve mucho en series y películas- o algo así. Todo el mundo sigue con sus cosas ignorantes de que el mundo se va a cabar, pero tú lo sabes, lo sabes y ese conocimiento impregna todos tus actos, de ese conocimiento extraen su sentido, te guste o no. Te sentirías solo, probablemente, te tomarían por loco si se lo contaras a alguien. Así que esperarías tranquilamente, con el pelo recién cortado, recién afeitado, en silencio. ¿Sonreirías porque, total, es idiota preocuparse de lo que no depende de nosotros?, ¿le pedirías a Dios una chica bonita? Quién sabe...

Lecturas

Una profusión de lecturas estorba al espíritu pero no lo enriquece, y más vale, con mucho, consagrarse a una pequeña cantidad de autores que vagabundear por doquier.

Séneca

lunes, 18 de octubre de 2010

Murmullos

Yo puedo, si me da la gana, enhebrar tu imagen, deslavazada por el alcohol y por el temblor, haciéndola pasar por el ojo de la aguja de esta imaginación tiznada de tristeza, pero atrevida y loca, que me tocó tener...

Eso dice la voz, una voz, cualquiera, un murmullo persistente, es el lenguaje quien habla, no soy yo, ni siquiera mis voces, tan solo la corriente que salpica sin agotarse nunca, que salta, que ríe, que baña tus pies, tan blancos, y a veces el agua está fría y a veces el agua cae y cae a borbotones sin parar mientras tú ríes también sin parar, en sintonía, sí, pero yo estoy lejos y no me río de nada y busco algo, otra vez, siempre, como un loco, toda la noche, toda la noche dando vueltas en la cama, sin encontrar la postura, hasta que me duermo por fin de puro agotamiento, con tu imagen que igual es sólo un fantasma sin cuerpo que le corresponda, con tu imagen dando vueltas alrededor de mí, que también doy vueltas, y al final me mareo, claro, porque todo gira inútilmente, para nada, no sé si me explico... Quiero decir que escribo solo para ti, aunque no te conozca, porque hay palabras que pueden inventarte, aunque te salpiquen como besos fríos, sin labios, aunque suenen como perdidas en lo oscuro inaccesible, y de ahí que sobrevenga la tristeza que tizna mis ojos, el dolor mudo de la distancia infranqueable, o qué sé yo si solo soy una voz cayendo en cascada, medio rota, que suena en una calle solitaria, atrapada en el atardecer y enredada en el viento de invierno, zarandeada... Y cómo arrullar el sueño de nadie si lo mío es huir, acaso perderme...

Rulfo

Había estrellas fugaces. Caían como si el cielo estuviera lloviznando lumbre.

sábado, 16 de octubre de 2010

Instantánea

Todo es jodidamente divertido, todo es jodidamente triste, y yo toso, pero continúo fumando y los ojos se me llenan de lágrimas y echo de menos algo que no existe: todo es jodidiamente melancólico. Tu piel... Yo aspiro a ser intensamente superficial y simple y quiero abrazar el color del cielo justo antes de anochecer y todavía no ha dejado de atraerme cierto vértigo que siento cuando la soledad es más fuerte que la razón, pero ya ni sé qué digo, ni qué quiero. Abro la ventana, que entre el frío.

El Mapa



Sencillamente genial.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Algún lugar de verdad

Los lugares de verdad no figuran en los mapas, lo dijo Melville.

Prefiero ahora el sol,
aunque sea un sol frío,
el recuerdo es así más nítido
y pido palabras claras
que te iluminen la piel
casi soñada de la noche,
despejen el humo, apaguen la música,
retraten tu sonrisa tímida
asomando en la punta
de la lengua del aire,
viento inmóvil de tu imagen,
pop solar para soñar,
para estremecerse, para escuchar
y dejarse llevar
a algún lugar de verdad

martes, 5 de octubre de 2010

Emprender el vuelo

¡Emprender el vuelo cada día! Al menos durante un momento, por breve que sea, mientras resulte intenso.

G. Friedmann, visto en Ejercicios espirituales y filosofía antigua, Pierre Hadot

Poema encontrado

Y ahora te zambulles
en un sentimiento oceánico y eléctrico
una corriente de temblor ardiente
que te atraviesa
unos ojos
que sonríen en la oscuridad
un fulgor frío
que te deshace
la melodía extática
de nuestra huida
a cualquier lugar
al parpadeo de unos labios
que guarezcan
del miedo
de la intemperie

lunes, 4 de octubre de 2010

Heart of Chambers

Saturación

Como cantaban Blas y las Astrales, me satura tanta cultura. La 2, por ejemplo, no hace más que saturar con aludes de información cultural relámpago, de manera que uno se empacha y no es de extrañar que acabe cantando vivas a la telebasura. No obstante, contradiciendo a Blas y las Astrales, la telebasura también satura, porque también abruma al pobre sujeto receptor con aludes de información no solicitada ni necesitada, y encima con abundante profusión de griterío histérico y estupidez máxima. Esa no es la solución. Para encontrar la solución es preciso remontarse en el tiempo hasta encontrarse con Séneca (¡toma ya!). Y, para exponer adecuadamente la solución senequista, acudimos al gran Foucault, concretamente al curso del Collége de Francia de 1982, titulado La hermeneútica del sujeto y publicado en 2005 por Akal en color naranja butano.

La stultitia es un estado patológico del sujeto del que, obviamente, es preciso salir (si no, pues no sería patológico). El stultus es aquel que no se preocupa de sí mismo, que está expuesto a todos los vientos, quien deja entrar todas las representaciones que el mundo externo le ofrece sin examinarlas. Ni que decir tiene que esta multitud de representaciones se ha incrementado desmesuradamente en los tiempos que corren y entran a lo bestia en todas las casas por todos los medios de comunicación-saturación.

Por otra parte, y como consecuencia, el stultus está disperso en el tiempo: no se acuerda de nada, no retiene nada, "su vida transcurre sin memoria ni voluntad", explica Foucault. Su voluntad no es libre. (Hegel diría: una voluntad que no se determina no es real.) No es libre porque lo que quiere cambia en función de tal o cual acontecimiento, de tal o cual inclinación. Digamos: vive en el mundo de la saturación como un pelele. El stultus quiere con pereza, con inercia, su voluntad se interrumpe, cambia de objetivo. No la dirige hacia ninguna meta.

El objeto que puede quererse incondicionalmente es el propio yo, el sí mismo, en cuanto sujeto. Lo que, desde luego, no quiere decir querer riquezas, honores y, en fin, toda clase de cosas que un filósofo de verdad desprecia desde la sobreabundancia de su gran salud nietzscheana, su voluntad de potencia. ¿A qué exhortaba Sócrates todo el rato? A que cada uno se preocupara de sí mismo, a que hiciera de su alma la más excelente posible. De hecho, no hay ninguna otra determinación importante de la filosofía. Vana es la palabra del filósofo que no cura ninguna dolencia del alma (Epicuro.) Pues eso.

Además, para salir de la estultitia se requiere de otra persona que tienda la mano al pelele para que se constituya como sujeto por sí mismo. No se trata de una simple transmisión de saber (eso lo hace el programa de Jordi Hurtado) sino de una operación que afecta al propio modo de ser del sujeto.

PD: Como bonus track incongruente, una serie de preguntas teológicas: se dice que no hay lugar en el cosmos para Dios, pero, ¿acaso Dios necesita de un lugar? Si ocupase un lugar, ¿No sería una entidad física, susceptible de movimiento y reposo?, ¿no es esa una extraña caracterización de Dios? Incluso Dios pensado como la Naturaleza misma (que sería una totalidad no abarcable, pura indefinición) no ocuparía realmente un lugar, sería lo que da lugar a que haya lugar, por decirlo de algún modo. ¿Sabe algo Hawking de teología? Probablemente no. ¿Demostrar que Dios no existe es una demostración física?, ¿quién postuló que fuera una entidad física? Si la demostración es teológica, ¿no se ha metido Hawking en un berenjenal?, ¿no ha cometido un error categorial flagrante? Si es tan listo para unas cosas, ¿por qué es tan tonto para otras?

domingo, 3 de octubre de 2010

Como en una película

Pasan las nubes como en una película, y se agitan los árboles, como en una película, y se posa un pájaro en el cable eléctrico, como en una película, una película lenta y trascendental -no son pocos los espectadores que abandonan la sala, no obstante los movimientos son hipnóticos y atrapan la mirada, porque pocas veces vemos el mundo en tanto que mundo- despojada de narración, un poco triste, sin cambios de plano, siempre el mismo plano: nubes, árboles, pájaros. Eso es todo. Y el viento, que lo mueve todo, único protagonista invisible que seguirá soplando cuando ya no estemos, seguirá soplando y soplando para nadie, obstinado y perpetuo, para siempre, para nadie, soplando, el viento que no tiene boca, beso del abismo lanzado a bocajarro por la superficie del mundo, lanzado por nadie, el viento que no tiene manos, que nos tiene en sus manos...

viernes, 1 de octubre de 2010

La peor canción de la historia

16 añitos, Dani Martín.

La única descripción posible sería algo así como aberrante engendro que te impulsa a rezar por que una lluvia de bombas nucleares arrase el mundo.