miércoles, 19 de mayo de 2010

El papel de la ficción

Creo que nunca vemos directamente la realidad. Lo que hacemos es escribir nuestras vidas. Estamos componiendo las percepciones que recibimos, estamos tomándolas e hilándolas en una historia. Así que editamos esa historia (la nuestra) todo el tiempo. La realidad es una experiencia tremendamente ficcional. No creo que tengamos opción de elegir si vivimos o no en una ficción, la opción es en la ficción de quién queremos vivir. Hay gobiernos por todo el mundo que tratan de convencernos de vivir en sus ficciones. El gran acto mágico es decidir si vas a vivir en tu propia ficción, si vas a encargarte de escribirte una mejor historia.

Alan Moore, aquí


Decir que la ficción no carece de referencia supone deshechar una concepción estrecha de la misma que relegaría la ficción a desempeñar un papel puramente emocional. De un modo u otro, todos los sistemas simbólicos contribuyen a configurar la realidad. Muy especialmente, las tramas que inventamos nos ayudan a configurar nuestra experiencia temporal confusa, informe y, en última instancia, muda. "¿Qué es el tiempo? -se preguntaba Agustín-. Si nadie me lo pregunta, lo sé; si alguien me lo pregunta, ya no lo sé". En la capacidad de la ficción para configurar esta experiencia temporal casi muda, reside la función referencial de la trama. Volvemos a encontrar aquí el vínculo entre
mythos y mímesis en la Poética de Aristóteles: "la fábula, dice él, es la imitación de la acción".

Paul Ricoeur, Narratividad, fenomenología y hermeneútica.

Superman

martes, 18 de mayo de 2010

Leyendo novelones románticos

Y entonces me dirigí con paso vacilante a otear los anaqueles en busca de un novelón decimonónico y romántico, y hallé Los miserables, de Víctor Hugo, que, al decir de Rimbaud, es una maravilla, un verdadero poema.

Sentía algo que se lanzaba fuera de él, y algo también que descendía en él. Misteriosas relaciones entre los abismos del alma y los abismos del universo(...)

Un pequeño jardín para pasearse y la inmensidad para soñar. A sus pies, lo que podía cultivar y recoger; sobre su cabeza, lo que podía estudiar y meditar; algunas flores sobre la tierra y todas las estrellas en el cielo.

Un hombre cae al mar:

Implora al espacio, a la ola, a las algas, al escollo; todo ensordece. Suplica a la tempestad; la tempestad, imperturbable, no obedece más que al infinito.
A su alrededor, la oscuridad, la bruma, la soledad, el tumulto tempestuoso e inconsciente, el repliegue indefinido de las aguas feroces. Dentro de sí, el horror y la fatiga. Debajo de él abismo sin un punto de apoyo. Imagina las aventuras del cadaver en medio de la sombra ilimitada. El frío sin fondo le paraliza. Sus manos se crispan, se cierran y apresan la nada. Vientos, nubarrones, estrellas inútiles. ¿Qué hacer? El desesperado se abandona; quien está cansado, toma el partido de morir, se deja llevar, se entrega a su suerte, y rueda para siempre en las lúgubres profundidades del abismo.

Este último fragmento me recuerda a La balsa de la Medusa, de Gericault. Los primeros fragmentos son más luminosos y serenos, el pequeño jardín, el cielo estrellado, describen un mundo habitable de correspondencias armónicas, el hombre como microcosmos que refleja y se ve reflejado en el cosmos. Se da esa identidad tan del gusto de cierto romanticismo entre naturaleza y espíritu. Los abismos del yo y del universo se sonríen en este juego de espejos. Sin embargo, en el último fragmento transcrito la naturaleza ya no acoge, te aniquila, y lo hace inconscientemente. El juego de espejos continúa, al ser el yo un pliegue de lo exterior, dentro de sí ahora sólo hay horror y fatiga. En unas pocas páginas Víctor Hugo plasma los dos polos del romanticismo, el individuo y la totalidad, en sus dos paradigmáticas posibilidades de relación: la elevación-identificación con el cielo estrellado (romanticismo luminoso), el descenso-aniquilación en las lúgubres profundidades (romanticismo negro).

30 años

lunes, 17 de mayo de 2010

Manifiesto

Voy a salir a que me de el sol y a leer novelas decimonónicas, románticas y lineales.

domingo, 16 de mayo de 2010

Danza el vacío

Danza el vacío
el tiempo detenido
de las burbujas cósmicas
con modales fashion
y ademanes místicos

sábado, 15 de mayo de 2010

La comunidad danzante

Aquí creemos que el cuerpo y el alma son lo mismo. Somos guerreros sin enemigo. Danzamos en la noche, eso es lo que hacemos. Creemos en la virtud de la alegría, nos regocijamos silenciosamente espoleados por el astro rey, aunque a veces nos asalta una tristeza oscura y viscosa. Ataques de pánico inmotivados nos inmovilizan, nos reducen a cenizas. Somos expertos en nerviosismo. Somos expertos en éxtasis inexpresables. Somos bipolares. Somos intrincados. Aquí anhelamos mucho, sentimos mucha nostalgia, quisiéramos escapar, disolver la coraza del miedo, del yo, y danzar. El sujeto de enunciación colectivo pretende convocar una comunidad ausente, es grito y puñetazo, clamor solitario en las simas del tedio, festín en el vacío, llanto y salto, ardid pugnaz condenado al fracaso, canto de Sísifo. Aquí creemos en los hombres que niegan los dioses y levantas las piedras permaneciendo así fieles a la tierra, pero no podemos ocultar el hecho de nuestra paralizadora tendencia al desencanto y a dejarnos agasajar por una vaporosa melancolía que tiñe con un matiz de escarcha nuestras sonrisas colgadas del vacío. Aquí miramos estrellas, todavía. Sísifo feliz nos parece un hermoso disparate. Nos reconforta pensar que Sófocles fue el hombre más feliz de Grecia. Aquí proclamamos: somos cuerpo. Y queremos dibujar gráciles filigranas en el aire, fuera de la jaula del miedo.

jueves, 13 de mayo de 2010

... and Carolyn



Mi Alfa y mi Omega es que todo lo que es pesado y grave llegue a ser ligero; todo lo que es cuerpo, bailarín; todo lo que es espíritu, pájaro

Nietzsche